viernes, 8 de octubre de 2010

Not an ordinary pupil

Not an ordinary pupil Un alumno nada corriente
No sé a quién pueda interesarle pero tengo en mente escribir un par de artículos sobre tipos de alumnos. Uno sobre el alumno soñado que todo profesor tiene en algún momento de su carrera, otro sobre el pelota, otro sobre el que se le va la pelota y otro como el de hoy sobre el alumno en vías de recuperación, aquel que no damos por perdido hasta el final. Veamos, cómo empezar…

Ayer por la mañana lo pasé mal, lo pasé mal porque tuve que reñir a un alumno para que se ponga las pilas… vaya por delante que no soy yo una de esas profesoras que se pone espitosa y echa broncas a tuti ple, parece ser que soy una de esas de voz dulce, formal y encantadora, según el comentario generalizado entre mis alumnos, se sorprenderían…

Al alumno en cuestión lo vengo observando en su hábitat natural en la escuela desde el mes de septiembre en que le vengo impartiendo clase. En su trabajo es un hombre serio, responsable, metódico, rígido como el mejor militar que se precie. En clase no le gusta mucho hacerse notar, aunque a veces apostilla cosas que me hacen pensar en él como un chico que no carece de simpatía, pero sobre todo de inteligencia, no es que intervenga demasiado pero antes sí lo hacía más a menudo. Estoy preocupada por él, como profesora me siento como una gallina clueca cobijando a sus polluelos, y éste polluelo en cuestión es uno de mis favoritos. No me digan el por qué, pero desde el primer momento me calló en gracia, a veces pasa, a veces no, a veces pasa todo lo contrario, no hay ninguna razón especial para ello. Pero para su desgracia lo que me sucedió a mí con él no le sucedió a otro de sus profesores, que no es que sea mala persona ni nada, y menos excelente profesor, que lo es, pero parece ser le echo el ojo al pobrecillo y para mal y no cejó en su empeño más que para dar quejas de él, con lo cual ahora está mal visto por el plantel de profesores que podrían auparlo a los primeros puestos del ranking de notas. Le cayó un buen arresto y un peor informe y ahora está completamente desanimado, lo noto desganado con una asignatura, la mía, que se le da bien, para la que tiene cualidades innatas, empieza a odiarla y eso me da miedo, se está rindiendo y eso no me gusta. Trato de levantarle la moral todos los días, hasta el punto de que parezco la más pesada entre todas las profesoras del universo, pero yo no me rindo y no me rendiré jamás hasta que me quede un último aliento, sufro, y quizá sea masoquista pero me pasa con casi todos los alumnos, trato de dar lo mejor de mí misma para que ellos se involucren en la asignatura. Me dejo la piel en el empeño, sé que a la mayoría no les importa, pero yo soy así. A veces me da resultado, a veces no, que se le va a hacer, pero yo no me rendiré nunca, I will never give up!

Ayer cuando le estaba echando la bronca, casi sin darme cuenta de que debe de tener más o menos mi edad y que no se debe de sentir nada cómodo en esa situación, él me decía que estaba cogiéndole tirria a la asignatura. Le comenté que una vez yo odié la asignatura que ahora imparto, que también tuve un profesor que yo creía me hacía la vida imposible y que no podía con ella, que cada vez que cogía un libro era superior a mis fuerzas y tenía que cerrarlo, pero llego otro profesor que se empeñó en que no cejase, en que continuase, en que ofreciese resistencia y batallase, y me volvió a entrar el gusanillo por una asignatura para la que al igual que él tenía una cualidades innatas. Y aquí estoy, le dije, dándote clase de esa misma asignatura que una vez odié, porque un profesor no quiso dejarme por imposible, porque alguien luchó para que yo luchase, aportando su granito de arena para hacerme mejor estudiante, persona y posterior profesora, él me miraba incrédulo, atónito ante lo que le estaba diciendo, casi sin creerse que estaba siendo objeto de semejante confesión. Hasta casi le suplique diciéndole que lo hiciese por mi que lo estaba dando todo para que ellos sacasen lo mejor de sí mismos. No dijo nada. Se mantuvo callado, mirándome fijamente, a mí y a otra de sus profesoras que estaba conmigo, también tratando de ayudarle y convencerle de lo mucho que vale y de que no debe dejar de luchar, hice lo que otros profesores verían como un despropósito, desnudarte un poquito para dejar entrar en tu mundo al alumno, no me importo si así podía traerlo a mi terreno y ganar un adepto más, aposté sin saber si podría ganar la apuesta. Los resultados finales no se verán hasta dentro de más de un mes, cuando el curso llegue a su término, pero hoy, un par de días después de mi perorata algo ya ha cambiado, hoy en clase ha intervenido varias veces, no lo hizo mal, y a veces cuando nuestras miradas se cruzaban leía en la suya la gratitud impresa en sus ojos, una nueva alegría dentro de su seriedad innata y tengo hoy el convencimiento de que va a luchar, y de que volverá a sentir el cariño que sentía por la asignatura.

Bueno, esto no crean que solo lo hago por altruismo, también resulta que el alumno en cuestión según me cuentan otros profesores suyos, ha realizado un gran trabajo sobre vinos, parece ser que es todo un experto, y recuerdan ustedes que les dije una vez en este blog que soy una cateta en lo que a vinos se refiere, pues tal vez cuando me haya ganado su confianza, cuando haya conseguido que saque la mejor nota en la asignatura que debe y puede mejorar, quizá de aquella me atreva a pedirle el citado trabajo, a ver si de una vez pido el vino correcto en los restaurantes y no lo tienen que pedir otros por mí. Incluso igual hasta me invita a un vino con el que estaría bien brindar por una buena nota y porque la manzana ha sido recuperada para el cesto, sana, brillante y sin ningún gusano en su interior que la haga pudrirse, mustiarse y pasar a mejor vida sin haber dado lo mejor de sí.
Más de dos años después
Después de los exámenes, este alumno, Aitor, espero que no te importe que diga aquí tu nombre, aprobó y de manera excepcional, aquellos exámenes. Hoy hace ya más de dos años de aquello, casi tres, ¡dios mío cómo va corriendo la vida!;-), sigo estando orgullosa de él, y me he dado la tremenda alegría de que está destinado en el mismo sitio que yo. También me habían dicho que estaba a punto de morirse de una miocardiopatía hace unos dos años. Recuerdo que lloré desconsoladamente toda una tarde. Conseguí su teléfono pero no lo llamé. Siempre había pensado que para él no era más que una profesora más. Así que no me atreví nunca a hacerlo. Ayer lo volví a ver… como si de un fantasma se tratase y nos fundimos en un abrazo. Me llegó al alma y a lo más profundo del corazón volver a verlo. Siempre tuvo un pedacito de espacio en mi corazón, siempre fue capaz de ahondar en mi alma, probablemente sin él notarlo. Fue el más respondón y rebelde que conozco, un día en una clase de speaking se negó a decir palabra. Al final lo domé… ¿o nos donamos mutuamente? ;-) Ayer me dijo que cualquier cosa que necesitase de él se la pidiese, que ahí está para mí. Ayer también dijo delante de muchos compañeros que las pago conmigo cuando era la que menos lo merecía. Eso por sí mismo ya vale todo el esfuerzo que hago todos los días como profesora, eso ya vale la pena que merezca la pena, valga la redundancia, el enseñar, el dedicarme a esta profesión. Su mirada alegre al verme, radiante, y ahora, ya otra vez, lleno de vida, porque lo de la miocardiopatía no era para tanto… el caso en que en la empresa que trabajamos se corren muchos cotilleos inciertos… sí a mí, que acabo de reincorporarme después de una larga baja, por los pasillos me preguntan que qué tal tu tumor… ¡! ¡! ¡!... se pueden imaginar lo que se me pasa por la cabeza. Me entra la risa pero no de risa, quizá mi baja por acoso laboral se haya tapado de semejante manera… no lo sé… no sé si fue así… pero ayer casi se me caen los pantalones cuando me lo preguntaron, lo que sí, se me salieron los ojos de las orbitas… completamente alucinada… Menos mal que tengo buen aspecto, de manzanita colorada y feliz ;-). Pero volvamos a Aitor, lo vi bien, mejor que nunca, además se ha puesto guapísimo (aquí he de decir que siempre pensé que lo era) y sigue siendo quien era, un hombre de honor, pero no "uno de esos muñequitos". Era y sigue, y seguirá siendo un hombre que no se calla ante las injusticias aunque eso pueda perjudicarle… sigue siendo mi Aitor. Rebelde Aitor.

Hoy le he pedido un favor. Estoy segura de que me lo hará, o por lo menos intentará hacer lo que sea por ayudarme.

Para Aitor, sigue siendo así, como eres, siempre, y no cambies nunca.

Además Aitor es otro cangrejiano, como yo misma. Entiendo perfectamente su esencia, su rebeldía, su lucha constante por cambiar el mundo donde vive, tal y como me pasó a mí misma. Es un cangrejiano hermoso.

Y decirte finalmente, porque sé que me leerás, que me debes muchos, muchos cafés… ¡qué lo sepas!, por todo lo que me hiciste trabajar contigo, por todas las pataletas que me lleve contigo, por todo lo que me hiciste aguantarte, pero sabía que valías la pena… ¡pequeño gran capullo!

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