sábado, 25 de septiembre de 2010

El acoso de Ana Jiménez Cachaza

El Acoso de Ana Jiménez Cachaza

Yo diría en primer lugar que el “acoso” es algo intangible, y como intangible, difícil de definir. Para Ana el acoso supuso la total denigración de sus propias e innatas aptitudes y capacidades como trabajadora. Denigración que fue más allá, llegando a convertirse en su caso, como en muchos otros, en una experiencia viva de violencia psicológica que llegó a traumatizarla de tal manera que se convirtió en terrorismo psicológico por parte de su acosador, lo que llevó a Ana a atravesar una depresión, a conquistar fobias e incluso a aislarse de su entorno vital para centrarse en mi misma y su propia desesperación, encerrándose en un capullo, en un nido, del que no quería ni podía salir en sus primeros estadios.

El acoso al que se vio sometida durante varios años laborales transformó su vida de manera absoluta e hizo que diese un cambio de 180º, por no decir de 360º, ya que aunque la cambió, y eso es inevitable, no logró finalmente cambiar su esencia. Pero no todo fue negativo, pues sinceramente pienso que tras cada una de las experiencias negativas que enfrentamos en la vida debemos sacar algo en positivo, y así fue, el sufrir acoso, cosa que en la vida jamás hubiera imaginado que podría pasarle tras tantos y tantos años de buena experiencia laboral hizo crecer en ella un sentimiento de comprensión y respeto hacía el sufrimiento de otras personas, e hizo que naciese en Ana, fortaleciéndose a cada paso que daba y sigue dando, el deseo de querer ayudar a los demás, sobre todo a personas que habían pasado, están pasando y pasarán por esta problemática social, la cual ella considera una lacra en nuestra sociedad actual. Una lacra que vivimos y seguiremos viviendo los trabajadores mientras existan jefes mediocres, mercenarios y sadomasoquistas que ejercen el poder sin importarles a quien pisan mientras ellos lleguen a sus metas, pisando a las personas que trabajan para ellos, que además, y está probado en múltiples estudios, suelen ser los mejores y más productivos trabajadores de la empresa, a quienes a veces se les pisa y se les acosa por envidia y celos malsanos, sin importar aquí sus logros, todo con tal de seguir creyéndose el gallo del corral, y mientras siguen pisando bajo su bota incluso a aquellos trabajadores más comprometidos y reconocidos de su empresa, tal y como fue su caso.

Hoy en día la base de la problemática del acoso se basa sobre todo en la falta de difusión de información en los medios. Todos los días vemos que tienen cabida en la televisión noticias sobre acoso sexual, violencia de género, etc., cosa que está muy bien, pero del acoso moral en el trabajo se ven pocas o casi ninguna noticia en nuestros medios de comunicación, tanto escritos como audiovisuales, el acoso moral en el trabajo casi no aparece, parece que ni existiese, entonces, debemos preguntarnos el por qué, ¿acaso no será que muchos acosados nunca llegan a denunciar por diversos miedos, siendo el más rotundo el miedo a perder un trabajo (sobre todo actualmente que vivimos una grave crisis económica que afecta al empleo) y luego verse obligados a buscar otro que no saben si llegará, y que de cualquier manera, si adoptan la decisión de denunciar, de dejar su trabajo actual y buscar otro, éste cambiaría su vida planteada tal y como estaba y en la que probablemente se sentían acomodados y felices? A veces la balanza se inclina hacía la decisión de no denunciar, pero debemos de concienciar a la sociedad de que sí se debe denunciar, porque si no lo hacemos estaremos permitiendo un abuso que posteriormente padecerán otros en nuestros respectivos trabajos.

La legislación vigente tampoco ayuda mucho. Actualmente el acoso no se juzga como tal, o acudes al juzgado por la vía de los Derechos Fundamentales o tienes que probar, tras una larga baja por depresión, ¡real y no imaginaria!, que ésta enfermedad ha sido provocada en el trabajo en el que sucedió el delito (porque para Ana, como para tantos otros acosados, el acoso es un delito y de los más graves por las consecuencias que acarrea, tanto a nivel físico como psicológico), y mientras tienes que pasar por interminables pruebas hasta que puedes ver reconocido el cambio de contingencia de enfermedad común a enfermedad laboral y de esta manera el siguiente paso es acudir al juzgado y denunciar el “acoso como accidente laboral”, como le pasó a ella, primera mujer en Galicia a la que se le vio reconocido el acoso como tal. Por todo ello, por todo este largo camino que recorren los que finalmente deciden denunciarlo, tras años y años de lucha, creo que se deberían modificar las leyes, que los jueces deberían escuchar más casos de acoso, acudir a charlas y debates e incluso a jornadas proyectadas por grupos como las jornadas que la asociación AGACAMT, de la que Ana es vicepresidenta en Galicia y presidenta en Ferrol, organizó con la ayuda de la Escuela Universitaria de Relaciones Laborales, y que proyectan cada año. Jornadas en las que este año solo hemos visto entre ponentes y público a dos letrados, los dos como ponentes (abogados que ya llevan años luchando contra esta lacra, una de ellas una excelente abogada ferrolana que colabora con la asociación y el otro el propio abogado que llevo el caso de Ana). Por todo ello se debería concienciar a la sociedad y a los estamentos públicos. Incluso existe un borrador de proyecto de ley de un jurista tan importante como es Ramón Gimeno Lahoz, borrador que va pasando de mano en mano como la falsa moneda, que nadie se la lleva.

La conclusión es que el acoso moral en el trabajo, que existe, y mucho, y del que Ana puede dar constancia por el masivo recibimiento que tanto ella como otros miembros de su asociación dan a personas acosadas de todos los ámbitos de la sociedad y la empresa, tanto pública como privada, debería estar más presente en los medios de comunicación, a la vez que los juristas deberían pensar más en ello y en buscar formas para modificar las leyes actuales considerando una ley contra el acoso moral en el trabajo, estableciendo penas, así como indemnizaciones mayores para el acosador, que normalmente es el que sale mejor parado, ya que busca que el acosado se marche de la empresa, o bien por voluntad propia, cuando no es capaz de soportar más la situación, o bien ofreciéndole una resolución de contrato como un despido improcedente con una indemnización irrisoria, y aquí cito las palabras del juez Gimeno Lahoz en las que considera que el acoso es muy fácil de llevar a cabo y que el despido aún más cuando le sale por “coste 0” a la empresa. En su libro La presión laboral tendenciosa: El mobbing desde la óptica de un juez dice lo siguiente: “El hostigamiento sistemático al que se ve sometido un trabajador que se ha opuesto a la empresa (ej. porque ha solicitado la aplicación de una determinada legalidad de horas extraordinarias, convenio colectivo aplicable, etcétera), no solo busca que esa persona abandone la misma por haber osado enfrentarse a ella — pues la empresa fácilmente podría indemnizar al trabajador con la cantidad que establece el ET, y resolver lo que considera un problema —, busca que ello se produzca voluntariamente, o lo que es lo mismo, con “coste 0” para la empresa, pues el comportamiento empresarial contra ese trabajador díscolo se convierte en ejemplarizante para el resto de la plantilla”. Y ale, a la calle, al paro, a buscar trabajo otra vez, a cambiar tu vida, cuando ya has sido hundido tanto moral como psicológicamente, cuando ya el acoso ha llegado a sus vidas, anteriormente normales como las de tantos otros, para transformarlos en un constante sin vivir de angustia, que ya había destrozado, en todos los ámbitos, tanto su vida laboral como en la mayoría de los casos su vida personal y familiar. Porque no hay que olvidar jamás que el acoso no sólo se cobra una víctima, el acosado, sino que también se lleva por delante a los que están más cercanos. El acoso cambia la vida del acosado, pero no sólo lo cambia y lo padecen ellos, sino que también lo viven sus allegados, familia, amigos, etc., porque durante un tiempo el acosado no puede dejar de hablar de ello, e incluso se vuelve cansino y también puede suceder que cuando busca un apoyo, alguien que normalmente suele ser muy allegado, le puede llegar a decir cosas del estilo: ¿Y no serás tú el/la culpable? ¿Y no serás tú el/la que lo propició todo con tu carácter?, y entonces se encuentra aún más solo/-a, triste e incomprendido/-a porque no encuentra el apoyo moral que busca y tanto necesita para sobrellevarlo, sobre todo cuando lo único que trataba de hacer, como fue en el caso de Ana, es defender sus derechos como trabajadora, y lo que es más importante: como persona, porque no hay que olvidar que en una situación tan dramática como el acoso moral en el trabajo lo que subyace al acudir al juzgado es una búsqueda continua del honor satisfecho, de la honradez probada y del reconocimiento como buen trabajador, sino no se denunciaría como se viene haciendo ni se lucharía tanto contra esta lacra de la que nadie, y repito: nadie, está libre de padecer.

En la vida de Ana el acoso al que fue sometida abrió brechas incluso en un matrimonio enamoradísimo y en una familia consolidada. Sus hijos no entendían lo que le pasaba, eran relativamente pequeños y veían a su madre como si fuese una autómata, pero gracias al tremendo amor que se profesaban esas brechas se superaron, pero no siempre pasa así, y en su caso también podrían no haberlo hecho pues al principio Ana cayó en una profundísima depresión que la hizo aislarse hasta de sus seres más queridos, a sufrir un agotamiento tanto mental como físico, con el consiguiente deterioro de su salud. Ana se veía en un túnel del que no podía salir, en un círculo vicioso y cerrado, hasta que por fin entró en conocimiento de una asociación, AGACAMT, que lucha contra esta lacra día tras día, pasito a pasito, y vio que había luz al final de aquel túnel y finalmente salió de ese lugar oscuro en el que se encontraba, y su perspectiva de vida cambió, de forma inesperada encontró el apoyo que tanto necesitaba en compañeros que habían y estaban pasando por lo mismo y la apoyaron, y así fue como su vida dio un giro inesperado que la hizo centrarse en ayudar a gente que está pasando por lo mismo que ella pasó. Y sí, he de decir que tras padecer mucho sufrimiento Ana encontró la esperanza no al final del túnel sino en medio del camino, porque queda mucho aún por andar y este camino no tiene fin. AYUDAR, COMPARTIR, CONCIENCIAR, ese es el camino que Ana se propone cada día.

Y sin excluir a nadie, puesto que hay mucha gente que padece acoso a diario, Ana les diría a los hombres y las mujeres que pudiesen estar ahora leyendo esto que no hay otro camino para ayudar al que está enfrente, a tú lado, más que la SOLIDARIDAD, sobre todo a los que trabajan con acosados, a los que ven el acoso que les hacen a sus propios compañeros/-as a diario, a esos les diría que no miren nunca hacía otro lado, que no sean cobardes ante el acosador, que no callen, que lo enfrenten, con coherencia e inteligencia, y sin miedo, y a poder ser, porque a veces las situaciones nos sobrepasan y nos llevan a sublevarnos ante tanta injusticia laboral, que enfrenten el acoso de sus compañeros/-as desde el respeto, tanto al jefe, como al trabajador, pero sin callarse las injusticias que puedan ver, porque también nosotros los acosados somos dignos de respeto y merecedores de apoyo moral.

Diría para terminar que vivimos en una sociedad enferma de valores tales como la dignidad, el respeto y la honradez, bases para un trabajo responsable, y que solo nosotros podemos cambiar. ¡Hagámoslo! ¿Por qué no luchar con la misma fuerza contra una de las lacras que más acecha y acechará a la sociedad dentro de los tiempos que vivimos?

Biografiado por Isla Fernández para Ana Jiménez Cachaza, con todo mi cariño y respeto a quien constituyó mi primera balsa hinchable de curación y apoyo.

3 comentarios:

  1. Mi enhorabuena a Ana, permítanme discrepar sobre la palabra ingenua, no estoy de acuerdo en asociar esta palabra con el acoso, lo sea la persona o no. Alguien acosado simplemente es un trabajador más y punto, con independencia de sus rasgos psicologicos.
    En cuanto al apoyo providencial de AGACAMT,con que profesionales cuentan? qué tipo de estrateguias de afrontamiento utilizan ?

    ResponderEliminar
  2. Lo siento muchísimo pero no le voy a dar la información que me pide ya que tengo por norma no contestar a ningún usuario que permanezca en la oscuridad y las sombras y no se identifique. Quien quiera que sea usted no creo le resulte muy difícil encontrar la página de AGACAMT y allí encontrar la información que desee. Si necesita usted o alguien cercano a usted un profesional y estrategias para sanarse/-le, un terapeuta o un/-a psicólogo/-a le recomiendo ponerse en contacto con esta asociación (o utilice otras vías, según crea usted conveniente) como lo hacen/-mos las personas que desean pertenecer o participar en ella y allí le darán las indicaciones necesarias, yo no soy quien. Yo solo agradezco el magnífico trabajo que esta asociación ha hecho con Ana y demás asociados, realmente acosados y probados.

    También me he percatado de que discrepa usted de la palabra "ingenua", que no aparece en el texto, lo que es de lo más extraño...y he revisado el texto con lupa.

    Y un "acosado" no es un trabajador más y punto. Usted, y permítame decírselo, no conoce el significado de la palabra "acosado", ni todas las connotaciones que esa palabra conlleva.

    ResponderEliminar
  3. buen trabajo, ana se lo merece me alegro que haya terminado bien mas o menos,

    ResponderEliminar