domingo, 11 de octubre de 2009

Cinema Paradiso

¿Alguna vez les he dicho que esta es una de mis películas favoritas? No puedo evitar emocionarme con ella. La veo una y otra vez y llega la escena final y no puedo contenerme. Me embarga la emoción y me pongo a llorar como una magdalena.

Es por muchas razones una de mis películas favoritas, pero la principal es que la vi con Nacho. Mi mejor amigo hasta la fecha de su muerte en el 2002. Ese día pensé que me iba con él. Solo otras dos veces después sentí un dolor tan grande. Nacho y yo fuimos a verla por casualidad. Nos perdimos otra película por llegar tarde. ¡Cómo no por mi culpa! y decidimos ir a ver esta. Ni siquiera habíamos oído hablar de ella, pero no podíamos dejar pasar un sábado sin sesión de tarde, que era la única hora a la que nos dejaban ir nuestros padres. No había casi nadie en el cine. Pensamos que la película sería una mierda pero salimos un par de horas después completamente transformados por la magia de Tornatore que recibió el oscar a la mejor película de habla no inglesa en 1990. En Cinema Paradiso se habla de la capacidad que tenemos de convertir un sueño en realidad, de la amistad, del amor, del dolor, del olvido y del recuerdo, de todos esos sentimientos mágicos que nos hacen estar vivos. Nacho y yo nos pasamos una hora tomando una coca-cola (eramos muy jovenes y aún nos quedaban unos años para pasarnos al ron) y hablando de la película que acabábamos de ver completamente emocionados y con un brillo de felicidad en nuestras miradas. Me acuerdo hoy de aquella mirada de Nacho, tan limpia, tan hermosa, con aquellos enormes ojos pardos que tenía. Te llamaban “el indio” por tus facciones y tu pelo siempre largo. Yo me reía de ti, seguro que ahora tú te estás riendo de que a mí me apoden Pocahontas mis alumnos. ¡Me lo tengo bien merecido! Hoy, especialmente, me he pasado el día pensando en ti, quizá porque el domingo, después de siete años, volveré a ver los oscars otra vez sintiendo tu presencia cercana. Triste y feliz porque estás en mi recuerdo y vives en mi como Alfredo vivirá para siempre en el corazón de Toto. Nunca nadie ocupará tu lugar porque tu eras, eres, único. Y siempre estarás conmigo. Nunca te olvidaré.

Me alegro de haber llegado tarde aquel día.

Aunque te fuiste sin avisarme y me enfade mucho, muchísimo, contigo siempre estarás vivo en mi corazón. Donde quiera que estés estoy segura de que estarás viendo una buena película.




En Tributo a Ignacio, NACHO, Sánchez Núñez. Siempre en mi corazón, indio hermoso.

PD: a tí, que hasta que nos dejaste, fuiste una suerte de activista de los derechos humanos, te hubiese gustado mucho la película ganadora de los Oscars de este año. Espero que la hayas visto allí donde estés.

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