domingo, 11 de octubre de 2009

Curtido en mil batallas

Hoy voy a contarles una ensoñación, algo que me hubiese gustado me pasase a mí, como también me hubiese gustado pasear con el amor de mi vida una tarde de verano perdidos por las calles de Venecia o los pueblecitos de verdes campos de trigo y amapolas rojas de la zona costera de la Toscana, bebiendo uno de los suculentos vinos de la región mirando hacía la costa, en ese momento en que aún no es noche pero el sol comienza a ponerse para dar paso al crepúsculo. Pero esa es otra historia… la que sigue empieza así: Erase una vez…



Erase una vez una mujer que estaba enamorada, y quizá aún lo esté porque no es fácil olvidar a un amor que uno lleva en las entrañas y en el corazón, pero también resulta que ha cerrado en su vida un capítulo de ilusión que la atormentaba y la estaba haciendo esperar lo que no sabía si alguna vez llegaría.



Hacía unos días había conocido a alguien que la invitó a salir, y aunque el chico le atraía al principio fue reacia a ello y dio un no como respuesta. Le parecía que le estaba faltando a la memoria de ese amor, que por otra parte tampoco sabía correspondido. Al final decidió aceptar la invitación casi en un arrebato no propio de ella. La verdad es que se había sentido atraída por este otro hombre, un hombre fuerte, varonil, uno de esos de canon griego como diría su profesora de arte del instituto, se había sentido atraída desde que la había abordado al pie de las escaleras donde él le había hablado por primera vez.



Salió con él y pasó una noche mágica, la conversación del hombre le resultaba agradable y la hacía sentir a gusto en su presencia, como si lo conociese de toda la vida. Entre ellos circulaba una corriente de química que los hubiese llevado a profundizar en su recientemente adquirida amistad, pero nada más allá de una conversación amena sucedió. Ni uno ni otro dieron el paso que los hubiese llevado más allá. Sus labios no llegaron a tocarse en la despedida final, cuando ambos lo habían deseado, y quizá fue mejor así...



Ya sola en su cama se inquietó y no pudo dormir al pasar la noche recordando la velada con el hombre de mirada profunda y agradable. Sentía que se había hallado dividida entre el amor que sentía por otro hombre allende el mar, alguien de quien no sabía que podía esperar además de una hermosa amistad, a quien tanto había llegado a amar y pensaba incluso que estaba traicionando con esa tontería propia de una mujer enamorada, y sintió que esa división la había llevado a malgastar una noche que bien hubiese podido ser más hermosa. Se acordaba del hombre de mirada profunda y agradable, se acordaba de sus palabras y de un par de cosas muy ciertas que le había dicho esa noche. Y pensó que ya estaba bien de callarse, de dejar pasar posibilidades por el recuerdo de un amor que ni siquiera había llegado a ser eso, a hablarse, ni mucho menos a materializarse, aunque ella lo hubiese deseado tanto. Ese mismo día le escribió al hombre de allende el mar contándole escuetamente lo que sentía por él, la respuesta de él fue descorazonadora, ella lo sabía desde el principio en su fuero interno, sabía que a ese hombre con quien ella soñaba le daba miedo enamorarse, sabía que ese hombre la quería como a una amiga pero tampoco nunca había dado muestras de nada más allá de la simple amistad, era el mejor hombre que había conocido en mucho tiempo, pero por lo menos sabía ahora que no era para ella, que ya nada tenía que esperar de él más que la hermosa amistad que se había fraguado entre ellos. El hombre de allende el mar se sinceró, no quería hacerle perder el tiempo, le dijo que tenía muchas cicatrices que curar en su alma y había decidido que enamorarse no era su prioridad y menos sin haber conducido su vida a un punto de estabilidad. Cuando leyó su carta se le rompió el corazón, pero también se le abrió de nuevo, fue como morir y nacer de nuevo, se dio cuenta de que por fin había tenido la valentía de hablar claro y preguntarle por sus sentimientos hacía ella. Él le había cerrado una puerta muy importante, la del amor, pero había dejado abierta quizá una más importante, la de la amistad, y aunque doliese, y bien sabía dios lo que eso la había destrozado, se sintió feliz y hasta sonrió al acabar de leer su carta porque el hombre de allende el mar al tirar la llave que abría su corazón y lo cerraba para siempre había conseguido que ella pudiese echar mano de otra llave con la que abrir su propio corazón, de hecho tal vez ya hubiese comenzado a suceder la noche anterior cuando ella se había dado cuenta de que el hombre de la mirada profunda y agradable que la había invitado a salir le había ofrecido la posibilidad de sentir algo, de despertar nuevos sentimientos en su corazón casi dormido. Ahora, lamentaba no haber tenido más tiempo para él, todo había transcurrido muy deprisa, se habían conocido sin tiempo, habían salido sin tiempo, se habían sentido atraídos sin tiempo, y él se había ido sin tiempo a despedirse de ella como le hubiese gustado y como a ella le hubiese gustado. Al día siguiente al volver a su lugar de trabajo después de una noche en vela se despidieron por dos veces. Ella creía que ya no lo vería pues sabía que ese día sus obligaciones lo llevarían a otra ciudad muy lejana, y quizá no lo volviese a ver más.



Cuando ella iba caminando por los pasillos oyó su voz llamándola: ¡Sara! y cuando se giró notó como le temblaban las piernas, pero no quiso que se lo notase, siempre había querido aparentar ser una mujer fuerte y ese había sido su camino en la vida. Se miraron...



- te estaba buscando para despedirme, ya sabes que me tengo que ir ahora, dijo él, es el maldito tiempo, el maldito trabajo...



- lo sé...



Él hombre de la mirada profunda, curtido en mil batallas, cansado de recorrer tanto mundo, lleno de profundas heridas de guerra clavadas a fuego en su corazón pareció por un momento desmoronarse y dijo: no ha habido tiempo...



- lo sé, las cosas salen así... dijo ella esperando que no se le notase el torbellino de emociones que la invadían y la hacían desear besar al hombre una y mil veces...



- me hubiese gustado despedirme de otra forma... no aquí, no así... y ahora me tengo que ir...



Gastaban sus miradas en el otro, cogiendo él la mano de ella entre sus manos sin separar su ojos claros del rostro de ella que casi no lo podía mirar, sin darse cuenta que con ese gesto la había hecho enamorarse de él aunque solo fuese por un momento, y en ese momento ella sintió miedo de que si lo miraba más y más a los ojos lo besaría allí mismo, lo que podría haber tenido fatales consecuencias. El rato que él tuvo su mano cogida entre las suyas a modo de beso cálido, hermoso y apasionado como el que no se habían dado al despedirse la noche anterior le supo a ella a eternidad, pero a una eternidad muy corta, una eternidad que guardaría para siempre en su memoria pero que se le había escapado de entre las manos. Su gesto de haberle cogido una mano entre las suyas le llego profundamente al corazón, más incluso que si hubiese hecho otra cosa.



- ¿a qué hora tienes libre? aún estaré por aquí un poco más, quiero despedirme de ti... otra vez…



- en tres cuartos de hora... ahora tengo que trabajar...



- está bien, te buscaré....



Y así fue, cuando creía que ya no lo volvería a ver, incluso cuando había hecho el tiempo para no tener que volver a despedirse de él, saliendo más tarde del edificio principal, se cruzó en su coche delante de ella, paró casi en seco y se bajó, la miró con tristeza y se fundieron en un abrazo, arrancándole la promesa a ella de estar en contacto, prometiendo venir a verla, y eso es lo que ella deseaba con más fuerza, que no fuese esa la última vez que se fuesen a ver, deseaba que no fuese esa la última vez que viese al hombre de la mirada inquieta y agradable, el hombre de educación exquisita y encantador que iba a ser difícil de olvidar, pero no se lo dijo, se quedó callada y debió decir alguna tontería en vez de ello.



Quizá no fue nada más que una ilusión que la hizo revivir, pero había sido una bendita y hermosa ilusión que despertó nuevos sentimientos en su corazón cuando creía que estaban dormidos para el resto del mundo si no eran solo para el otro hombre de allende el mar. Este otro hombre, que había aparecido de la nada, con quien no contaba, se cruzó en su camino y la hizo sentir muy despierta y viva, muy llena cuando casi creía estar vacía de sentimientos para otro que no pudiera ser Max, no se daba cuenta de que solo estaba dormida y necesitaba que alguien viniese a despertarla.... y ese alguien hubiese sido alguien del que estaba ahora segura se hubiese podido enamorar si las condiciones se hubiesen prestado a ello. Por lo menos era alguien que la había despertado del largo letargo en el que se encontraba y la había devuelto a la vida, con ganas, muchas ganas ahora que había cerrado un capítulo, de abrir puertas...



Especialmente dedicado a ese hombre de la mirada profunda, curtido en mil batallas…

1 comentario:

  1. O amor, o sentimento mais grande e profundo, capaz de facer poñer en pe o teu corazón, e de amosar, esa paixón vital, extremecedora do sentimento mais grande e puro. Amor é unha palabra, que ao longo dos anos que ao paso do tempo non se desgasta.As relación si poden desgastarse, pero sempre haberá unha esperanza, para poder sentir o latexo do teu corazón.

    Unha eterna namorada.

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