domingo, 11 de octubre de 2009

Tocar de vez en cuando su pierna

...Días de lento discurrir. Cuando se está triste. Otros que pasan demasiado veloces. Cuando se es feliz. Niki tiene un ataque repentino de felicidad. El recepcionista no le presta atención a nada. Ni siquiera a la edad.


..."Y quedarse dos días en la cama y no salir ya más..."

...Y Niki que enseña a ese novato atrevido que torpemente se lanza y se cae. Pero Alessandro no tiene miedo. Ha vuelto a encontrar el deseo de intentarlo, de caer, de levantarse... Y quién sabe, a lo mejor hasta también de amar.

...la llamada dura sólo un momento. Niki enseguida le salta encima y Alessandro y ella se miran a los ojos. "Y perseguirte sabiendo lo que quieres de mí..." Y no hay nada mejor que fundirse el uno con el otro.


...Y marcharse al día siguiente, conduciendo sin prisa, sabiendo que tienes cerca lo que buscas. Tocar de vez en cuando su pierna para asegurarse que todo es verdad. Y la carretera que corre por debajo. Y la música que te acompaña. Y el mundo que sigue adelante. Pero que no molesta. No hace ruido. Alessandro baja un poco el volumen. La mira. Allí sigue, en el asiento de al lado. Ligeramente bronceada. Entonces Alessandro le sonríe.

...Poco después se baja una ventanilla empañada todavía de amor.


… ¿hermoso, no?... Pues esto sí que no es mío (ya me gustaría que lo fuese) sino que es un fragmento de Perdona si te llamo amor del tremendísimo Federico (Moccia).




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