domingo, 11 de octubre de 2009

Sucedió en abril: Treintañeras tumbadas al sol I

¿Les había dicho alguna vez que soy una persona un tanto extremista en todo lo que hago? Pues hablemos del exceso de ayer, y es que hago algo o no lo hago. Ayer me levanté eufórica, tenía un montón de clases que preparar, pero decidí darme un día libre (a day off que se diría en inglés), así que llame a las dos que suman conmigo las tres mosqueteras (aún no hemos encontrado a nuestro D´Artagnan particular, ¿alguna sugerencia?) y las convencí para ir de picnic a la playa como si fuese verano, pero aún es abril, y decirles que por estos lares llevamos 3 semanas seguidas de buen tiempo si exceptuamos un chaparrón que de tan pequeño ridículo el jueves al anochecer, chaparrón que no dio ni tiempo a abastecer ni a nuestros cultivos ni a liberar nuestras mentes, por lo menos la mía, que necesita con urgencia ser refrescada pues de mi cabeza ya sale humo de la presión que ejerce el calor sobre ella, por no hablar de las bajadas de tensión que experimento, que el otro día de tan mareada en clase y encontrándome al borde de la tarima casi me caigo y ya me veía despachurraita toíta contra el suelo. El resultado fue únicamente un moratón enorme en mi muslo derecho, debido a la presión ejercida contra la mesa, no llegué a caerme, siendo así favorecida por los astros, por lo cual se lo agradecí a todos los dioses del universo, pero algo lamentable para mis alumnos en los que podía leer en sus expresiones faciales, que decían a gritos: ¡qué se caiga, qué caiga por favor! (Algún día les hablaré de todo lo que intuyo y puedo ver en los rostros de mis alumnos sin que estos digan una sola palabra. Me estoy convirtiendo en una experta en leer mentes)




A lo que iba (ya me estoy yendo otra vez por las ramas...): Empecé a movilizar al personal haciendo llamadas de teléfono a diestro y siniestro, presionándolas para que estuviesen listas y dispuestas a ir a la playa a mediodía (quería pasar todo el tiempo que fuese posible en la playa). Aquí he de decir que cuando vamos a la playa en amor y compañía realizamos un ritual solo propio de nosotras. Cada semana una se encarga de los elementos adyacentes que debemos no olvidar nunca para un día de playa con picnic particular. Veamos: si me toca a mí me veo envuelta en una suerte de compras adicionales que se suman a la lista de la compra ordinaria, que si una botellita de vino, que si un dulce, que si unos frutos secos, unas bolsitas de patatas fritas, etc... y yo que no entiendo nada de nada de vinos, una completa cateta en lo que a la materia se refiere, siempre me encuentro en el pasillo del citado líquido pensando, y ahora cual elijó, para lo cual al final tengo que echar mano del instrumento, móvil, y llamar a una de las nenas, Mara es la más indicada, o por lo menos la que cuando salimos a comer o a cenar, en los momentos en que no tenemos novio de quien echar mano es la encargada de elegir el vino (una de las pocas cosas que dejamos a ellos elegir para que el papel predominante de macho siga presente en nuestros días, bueno, aquí decirles que a mí aún me siguen gustando los machos de la especie que continúan abriéndome la puerta, recogiéndome en casa, y todas esas tonterías que hacen que una se sienta especial). Pues bien, así las cosas y siendo una completa ignorante en cuanto al líquido que tanto amó Baco se refiere ya me ven en el pasillo del vino, a hora punta cuando se concentra la mitad de la población en los supermercados (y es que no tengo otro momento para ir a hacer la compra) abriendo de bolso y buscando el móvil para llamar a Mara, a la que siempre cojo en el trabajo y la pobre tiene que hablar a escondidas de su jefe, no vaya a ser que la vaya a cazar y le eche la consecuente reprimenda, que es un borde de narices que maneja los exabruptos de manera que solo un jefe puede hacerlo. Pues ahí que estoy yo, haciendo uso del móvil y llamando a Mara para delicia y supongo que alguna risilla o incluso carcajada de los compradores que me rodean. Yo procuro evitar sus miradas, y aunque hago como si nada realmente me da vergüenza llamar a Mara para esto, pero ante una situación límite llamadas de este tipo están sobradamente justificadas.



- Mara, cielo, soy Sarah, estoy delante de la estantería de los vinos y no sé por cuál decantarme, hay tantos, de todos los colores, que si rosados, que si tintos, el blanco no me gusta viene en unas botellas tremendamente feas, que si embotellados, que si de tetra-brick, que si tienen tanta graduación, que si tienen cual, qué hago, tú sabes más de vinos que ninguna, ¿cuál me llevo? ¿cuál crees tú que tiene menos calorías? Recuerda que estoy a dieta y machacándome en el gimnasio, a ver si voy a echar a perder lo que he conseguido bajar estos días...



-¡Mira linda! (esa soy yo, se está refiriendo a mí, me encanta que me lo digan), dirígete hacía la esquina derecha de la estantería de la izquierda, allí en el segundo estante hay un vino gasificado muy rico, coge ese. Además está muy bien de precio y creo que aún dura la oferta. ¿lo ves?



- Espera, aún no, ah! sí, lo estoy viendo, ya lo cojo. Oye Mara ¿y por qué "gasificado"?



- Laura que no te enteras, ¡joder!, sabrás mucho de inglés, pero tía hay otras cosas, ¿cuántas veces no hemos ido con el vino gasificado a la playa? ya deberías de saber que es porque es de menos graduación y va mejor para el calor de la playa, para que no nos de un pa´lla.



- ah, vale!



- y además tiene tapón de rosca, el otro viene con tapón de corcho, así no tenemos que meter un sacacorchos en la cesta ni procurar rompernos los dientes intentando abrir la botella, porque de todas a todas el vino nos lo vamos a tomar.

- ¡oye Mara!, estoy viendo aquí uno que pone "frizzente", eso significa gaseado en italiano, si mi italiano sigue vivo... ah! sí, sí, que aquí dice made in Italy, y ¡es barato!

- ¡ese!, ¡ese Sarah!, coge ese, que fue el que llevo Carla la última vez a la playa y nos había encantado. ¿Te acuerdas? Coge ese.

- ¿Qué cojo, una?

- ¡cómo que una! Como mínimo dos Sarah, una no nos llega para nada. Tú imagínate que venga la parejita, que ella no bebe, bueno, ella no bebe, ni fuma ni sale por la noche ni hace nada divertido, que para eso está muy metida en su papel de novia buena, oye, que yo creo que solo delante de él, bueno, que a lo que iba, que por si vienen estos es mejor que cojas tres, que cuando Pablo la empina también le da bien, y no te olvides de los vasos de plástico que si no vamos a tener que beber a morro como de la otra vez y no mola que tú estás yendo últimamente al dentista y a saber que te están metiendo en la boca. Y además, yo no pongo la mano en el fuego por nadie aunque seáis mis mejores amigas.

- vale, vale, entonces que sean tres. Nena, cómo te pasas con Barbará, claro que como tú ves a Pablo como tu niño y el contrato que firmasteis para comprometeros si no estabais con nadie en el 2007 va a caducar este verano estás que trinas. Estoy viendo un pastel de nueces de oferta que tiene muy buena pinta, ¿lo cojo? Sí, lo cojo. Tengo pensado hacer una empanadita de sardinillas, ¿qué te parece? ¿nos llegará con la empanada y los bocatas de tortilla con mojo que encarguemos?

- sí, supongo que sí, yo llevaré el café y una bolsita de esas galletitas de nata que tanto os gustan, además Carla va a hacer unos patees, supongo que sí, que nos llegará.

- ¡vale, genial!, estoy deseando que sea sábado, a ver si no se nos fastidia el tiempo, que ya sabes que aquí...

- venga que te tengo que dejar no vaya a ser que mi jefe se percate de que estoy hablando contigo, últimamente se entera de todo, no sé como lo hace, estoy empezando a creer lo que dice Máximo y que ha instalado cámaras ocultas que controlan nuestro movimiento en la empresa.

Y no se nos fastidió… luego les cuento la segunda parte… ¡un verdadero día de playa del mes de abril!





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