Tengo un amigo que tiene un blog. No se parece en nada a mi proyecto de blog. Es el suyo un blog inteligente y original, mordaz e irónico, sarcástico-causticó como él, y a veces tan imprevisible que cuando lo lees vas de sorpresa en sorpresa, pero siempre de las buenas, de esas que te dejan con una sonrisa, estoy completamente enganchada... a su blog, no sean malpensados. Esconde su mirada inquieta y voraz bajo unos lentes. Tiene ojos inquietos que contrastan con su andar, delicado, tranquilo, se mueve como ondeado por un ligerísimo viento, nunca muestra el más mínimo indicio de nerviosismo y se mantiene en calma ante todo tipo de situaciones que a cualquiera llevarían a exasperarse. Se mantiene parapetado bajo unas gafas que disimulan la pasión en continua ebullición que destila en las páginas de su blog, pero a mí no me engaña... Lo único que no sé y me gustaría que me contestase es de dónde saca el tiempo, qué tipo de mago es para haberlo vencido conjurándose contra el para escribir su blog. Ahora que yo tengo el mío empiezo a ver lo complicado que va a resultar mantenerlo y cada vez más soy consciente de que el tiempo es oro y a mí se me escapa de las manos... ¿no sé a ustedes? Por eso y porque no tengo demasiado tiempo hoy que dedicarles he decidido que les voy a dejar con un poema de Mario Benedetti que últimamente invade mi pensamiento... Créanme que es tan hermoso que durante una temporada lo llevaba en la bandeja del coche para que cualquiera que quisiese lo leyese... y hasta un día me dejaron en el parabrisas trasero una nota ofreciéndome tiempo, o eso creí leer yo pues la nota estaba bastante emborronada y poco en ella se podía leer, fue simplemente otra pérdida de tiempo...
Tiempo sin tiempo
Preciso tiempo necesito ese tiempo
que otros dejan abandonado
porque les sobra o ya no saben
que hacer con él
tiempo
en blanco
en rojo
en verde
hasta en castaño oscuro
no me importa el color
cándido tiempo
que yo no puedo abrir
y cerrar
como una puerta
tiempo para mirar un árbol un farol
para andar por el filo del descanso
para pensar qué bien hoy es invierno
para morir un poco
y nacer enseguida
y para darme cuenta
y para darme cuerda
preciso tiempo el necesario para
chapotear unas horas en la vida
y para investigar por qué estoy triste
y acostumbrarme a mi esqueleto antiguo
tiempo para esconderme
en el canto de un gallo
y para reaparecer
en un relincho
y para estar al día
para estar a la noche
tiempo sin recato y sin reloj
vale decir preciso
o sea necesito
digamos me hace falta
tiempo sin tiempo.
Dedicado a Fátima, una gran mujer y sensible donde las haya. Ella fue la primera que me instó a leer a Mario, al que ya nunca abandonaré.
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